Escribe:
Zoila Coloma Adaniya MV. MSc.
Consultora Técnica
coloma.adaniya@gmail.com
Introducción:
Las micotoxinas son producidas por hongos filamentosos como parte de su metabolismo secundario. Se conocen más de 300 micotoxinas y sabemos que, los hongos micotoxigénicos, pueden producir más de una toxina; pudiéndose originar la multicontaminación.
En este artículo, se mencionarán algunos aspectos importantes de las micotoxinas en relación a la especie porcina. Veremos un ejercicio económico, que permitirá entender mejor la repercusión económica de estas toxinas; y finalmente presentaremos recomendaciones para disminuir los riesgos y daños en la industria porcina. Disfruten de la lectura.
Producción de micotoxinas:
Para que los hongos toxigénicos, produzcan estas toxinas, deben confluir condiciones físicas, químicas y biológicas; como la actividad de agua (Aw), concentración de hidrógeno y CO2; temperatura, humedad, nutrientes, pH, el tipo de hongo, entre otras (Imagen 1). Esto quiere decir, que debido a la diversidad de factores que influyen en el desarrollo de hongos y producción de micotoxinas, se dificulta el control de las mismas.

Efectos de las micotoxinas en la salud y producción porcina:
La intensidad de respuesta del animal, frente al consumo de micotoxinas, varía principalmente por factores intrínsecos a la toxina, a la especie animal y el medio ambiente (Naehrer, 2012) (Cuadro 1).

Los efectos dañinos en cerdos intoxicados por micotoxinas son diversos, varían desde la pérdida de productividad sin presencia de signos clínicos, efectos reproductivos, pérdida del apetito, pudiendo llegar hasta la muerte del animal (Mallmann y Dilkin, 2007) (Cuadro 2).

Las fusariotoxinas como la fumonisina y los tricotecenos, tienen la capacidad de atravesar las membranas celulares a través del transporte pasivo, lo que les permite ser absorbidas fácilmente a través del sistema gastrointestinal e integumentario (Middlebrook y Leatherman, 1989; Wannemacher y Winer, 1977). Además, alteran los diferentes mecanismos de defensa del tracto intestinal, como la integridad del epitelio, la proliferación celular, la capa mucosa, la producción de inmunoglobulinas y citoquinas; induciendo inmunosupresión y disminución de la respuesta a las infecciones.
La ingesta de alimento contaminado con deoxinivalenol (DON) predispone la presentación de enteritis necrótica. Debido a que, en el intestino delgado, puede inducir a la falla de la digestión de nutrientes y fuga de aminoácidos plasmáticos en el lumen intestinal, proporcionando el sustrato necesario para la proliferación de C. perfringens.

Concentraciones no citotóxicas de DON y toxina T-2, promueven la invasión intestinal por Salmonella, incrementando su pasaje y ocasionando la translocación a través del epitelio intestinal (Antonissen et al., 2014). Así también, se ha determinado que, cerdos que consumen alimento contaminado con fumonisina B1, presentan lesiones más severas en enfermedades virales como el Síndrome Respiratorio y Reproductivo Porcino (PRRS) (Ramos et al., 2010).
En cuanto al impacto económico, en el año 2012, Andretta et al., reportaron que cerdos que consumieron alimento contaminado con micotoxinas, presentaron disminución de 21% en ganancia de peso. Siendo DON y las aflatoxinas (AF), las micotoxinas que más afectaron los parámetros productivos. Lo que podría reflejarse en pérdidas de más de 150 mil dólares por año, por cada 100 vientres (Tabla 1).

En la Tabla 1, se observa que, si el total de los cerdos destetados (28), llegara al peso de venta promedio de 117,5 kpv; descontando el costo de producción, se obtendría US$ 53,8 de ganancia por cada animal. Sin embargo, por el efecto de las micotoxinas podría alcanzar solo el 79% del peso promedio (92,8 kpv), reduciéndose la ganancia a US$ 11,6 por animal. Estas alteraciones en los parámetros zootécnicos están relacionados a alteraciones en el tracto gastrointestinal, que afectan la absorción de nutrientes; así como también, a la reducción del consumo de alimento que puede ser ocasionada por el efecto anoréxico que tiene el DON, concomitante al aumento de la expresión de la citocinas pro-inflamatorias y de la hormona de la saciedad (serotonina).
Un dato adicional relevante sobre la AFB1, es que, al metabolizarse por hidroxilación, se transforma en aflatoxina M1, pudiendo ser fuente de contaminación al ser excretada en la leche y también en la orina de animales que han consumido alimento contaminado (Lee et al., 2017), pudiéndose presentar intoxicación en animales neonatos a través de la leche.
Recomendaciones:
Como se ha mencionado anteriormente, la producción de micotoxinas es multifactorial y esto dificulta su control. Sin embargo, podemos tomar en cuenta
algunas medidas para disminuir el riesgo:
• Procurar usar materias primas de calidad. Evitar la presencia de granos partidos, rotos o quebrados.
• Usar equipos para reducir la presencia de granos de poca calidad. Una alternativa, es el uso de la mesa densimétrica.
• Realizar monitoreos periódicos con apoyo de análisis de laboratorio; los resultados deben ser utilizados como herramientas en la toma de decisiones.
• Hacer uso en cantidades adecuadas de aditivos antimicotoxinas, de comprobada efectividad para la edad, sexo, etapa productiva y micotoxina.

Conclusiones:
• La producción y presencia de micotoxinas es multifactorial, y es debido a esta característica que se dificulta su control.
• Los efectos negativos que ocasionan estas toxinas, se observan en el perjuicio de la productividad animal, incluyendo la falta de respuesta a los programas de vacunación y a los tratamientos medicamentosos.
• Usar granos de buena calidad, efectuar monitoreos periódicos y utilizar aditivos antimicotoxinas de comprobada eficacia; nos pueden ayudar a mitigar los efectos de estas toxinas en nuestros animales y en la economía de nuestra empresa.
• Recordemos que, las micotoxinas pueden abrir la puerta a agentes patógenos.
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