El sector porcino industrial está incrementando la seguridad, mientras la parte de traspatio sigue siendo el paraíso para la peste porcina, declaró el experto español de la UCM.
Fuente: Agropopular
Luego de su visita a China, el profesor José Manuel Sánchez-Vizcaíno Rodríguez, catedrático de Sanidad Animal de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y director del Laboratorio de la Organización Mundial de Sanidad Animal para la peste porcina africana (PPA), concluyó que ese país está intentando adaptarse a convivir con dicha enfermedad, donde se ven dos escenarios diferentes: uno de porcino industrial y otro familiar y traspatio (donde está afectado el 40% a consecuencia de este mal).
El porcino industrial está incrementando la seguridad de forma significativa, creando nuevas plantas y construyendo granjas con más bioseguridad y con más control. Sin embargo, la parte familiar y de traspatio, “sigue siendo el paraíso para la peste porcina, porque siguen alimentando a los cerdos con los residuos alimenticios, compran sangre para mezclarla con cereal, y aumentar así la producción, no tiene muy buenas compensaciones y la bioseguridad tiene un ciclo complicado”, precisó el experto español.
La producción es caótica en las explotaciones familiares, porque es un tema cultural y de tradición que es difícil cambiarlo del día a la noche, de modo que es complicado acabar con “el virus, que está campando a su aire”.
Además, Sánchez Vizcaíno reconoció que “es complicado acabar con la peste porcina africana a corto o medio plazo… va a tardar un tiempo”. A su juicio, el sector evolucionará y se irá industrializando, lo que puede llevar unos años, “por lo menos cuatro o cinco, casi seguro”.
Por otro lado, el catedrático explicó que los chinos tienen una forma nueva de construir granjas, en vez de hacerlo en espacio horizontal -como tienen problemas de espacio- lo hacen en pisos. Estuvo visitando granjas de ese tipo y aseguró que una tenía nueve edificios con 9 o 12 plantas cada uno, que en total contaba con unas 27 mil madres. La bioseguridad ha mejorado mucho en ese tipo de granjas: tienen filtración de aire de entrada y de salida, no se huele nada, “es realmente excelente”.
A su juicio, el problema está en que son tantas cantidades de animales “o diseñan un sistema de cortafuegos”, para que si la enfermedad afecta a uno no afecte a los demás, o la situación será complicada, porque son enormes cantidades de animales las que se pueden juntar.
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